Cuando Teelma empieza a leer la lista de Legados, no puedo evitar pensar qué pocos hemos llegado a este punto. Es la primera vez, desde que comenzó la instrucción, que estamos reunidos en tierra firme y uniformados de blanco. En el patio somos 8 jóvenes, no puedo evitar fijarme en los demás candidatos.
Se me cae el alma a los pies: casi todos son mas grandes que yo, aunque muchos han pasado hambre. Se les nota en los huesos, en la piel, en la mirada vacía. Puede que yo sea más bajito de nacimiento, pero, en general, el ingenio me da una ventaja en las pruebas finales. Me pongo derecho y sé que, aunque estoy delgado, soy fuerte; la carne y las plantas del bosque, junto con el ejercicio necesario para conseguirlas, me han proporcionado un cuerpo más sano que los que veo a mi alrededor. Pero hay una excepción, el voluntario de rasgos hamestianos. Parece que lleva siendo alimentado y entrenado toda la vida para este momento.
Se me cae el alma a los pies: casi todos son mas grandes que yo, aunque muchos han pasado hambre. Se les nota en los huesos, en la piel, en la mirada vacía. Puede que yo sea más bajito de nacimiento, pero, en general, el ingenio me da una ventaja en las pruebas finales. Me pongo derecho y sé que, aunque estoy delgado, soy fuerte; la carne y las plantas del bosque, junto con el ejercicio necesario para conseguirlas, me han proporcionado un cuerpo más sano que los que veo a mi alrededor. Pero hay una excepción, el voluntario de rasgos hamestianos. Parece que lleva siendo alimentado y entrenado toda la vida para este momento.
Estoy pensando que es una suerte que se me dé bien volar, así podré evitar el cuerpo a cuerpo con él, en el momento en que nos enfrentemos por el Legado. Entonces, un codazo me hace darme cuenta de que Teelma ha terminado de enumerar los logros.
- Alejo.- me llama Teelma
- Sí.- respondo firmemente.
- Serás el primero.
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